He aquí un fragmento de un broli que transformose de cabecera en un santiamén, luego de estar empolvau y quietecito en los anaqueles de la (impredecible) biblioteca casera.
Refierome a un gentil obsequio del Tinito, hecho un lustro ha. El autor es Laurence Freeman, pero el tipo a cada párrafo que leo, me deja de a pie, y con la neurona reflexionando. También suelo emocionarme en el trayecto de la mejor lectura, en el interno 29 del bondy Trelew - Rawson.
Comparto este pasaje, que bien aplica a este, nuestro precioso mundo, del inigualable tiempo Navideño.
Seamos felices, dejemos que nuestros corazones renazcan. Y hagamos un lugarcito pa' la alegría (eterna/sempiterna).
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