En los últimos meses de vida del padre, Philip Toledano armó una increíble página con fotos e historias, ande relataba su relación y volcaría los días que les quedaban pa' compartir.
Son fotos profesionales, filiales, cargadas de sentimientos. Sin trucos.
Asoma la inevitable austeridad de la vejez, momento en que el mundo se contrae y reduce a unos pocos objetos.
La misma casa, el mismo decorado, sumados a una espera cuyo sentido desconocemos.
Escribe sobre un padre que en algún sentido ya no puede escucharlo porque, aunque ha perdido toda memoria de los hechos inmediatos.
Al llegar a casa luego del funeral de su madre, le pregunta cada quince minutos dónde está ella.
Pronto se da cuenta de que no debe seguir contándole que su esposa ha muerto.
Su mujer se ha ido ahora a París a cuidar a su hermano.
Fábulas que es necesario inventar alrededor de quien va perdiendo la memoria. Cosa que en algún lugar sabe también el destinatario y juega a admitirlo para tranquilizar a quienes lo rodean.
En una de las fotos finales, Toledano dice:
-"Algunas veces, cuando estamos hablando, mi padre se detiene, suspira y cierra los ojos. Ahí es cuando yo sé, cuando él sabe. Acerca de mi madre. Acerca de todo."