Nota de Marcelo Birmajer aparecida hoy en Página 12, recordando al escritor que falleciera a los 91 años. El tipo dejó de publicar en 1965, por no llevarse bien con el asedio de la prensa, pero se lo siguió leyendo.
Paul Nizan escribió en Aden Arabia: “Yo he tenido veinte años; no permitiré a nadie decir que es la edad más bella de la vida”.
Podría citarlo en cada uno de mis cumpleaños; pero gracias a Salinger, puedo parafrasearlo agregando: “Yo he tenido veinte años, por suerte a los 19 había leído El cazador oculto”.
La frase de Paul Nizan me la reveló el crítico Angel Faretta en la redacción de la revista Fierro, en el año 1986, el día en que cumplí 20 años.
La semana anterior, en esa misma redacción, Juan Sasturain me había regalado los Nueve cuentos, de J. D. Salinger. Me acuerdo perfectamente de que los leí antes de cumplir veinte, y que antes de cumplir veinte, también, leí El cazador oculto.
La sensación de compañía que tuve entonces fue tan intensa como la soledad que nunca dejé de sentir. Nunca me gustó Franny y Zooey; pero eso quedó largamente compensado por esa obra maestra que es Levantad, carpinteros, la viga del tejado. Creo que el humor trágico de ese relato extraordinario –extraordinario no sólo por el talento desmesurado, sino por la originalidad de su extensión, la genialidad del punto de vista, la combinación perfecta de lo prosaico con lo extraño–, lo emparienta, en mi siempre caótica y limitada galería, con Efraín Kishón y Bashevis Singer. Muchos han imitado El cazador oculto pero nadie ha podido acercarse siquiera a Levantad, carpinteros...
Es difícil entender nuestras sensaciones cuando muere alguien a quien siempre admiramos, que representó tanto para nosotros, pero que no fue un amigo ni un pariente. Su compañía, tan intensa y persistente, nunca fue otra que la de sus libros. De modo que no debería representarme un gran cambio su muerte. Pero el propio Salinger podría escribir un texto perfecto sobre por qué eso es completamente falso. Lástima que ya no va a poder escribirlo, como hizo cuando yo tenía veinte años, para explicarme lo que siento.