La verdad desnuda (de El Bobero)
En una noche invernal, la verdad andaba desnuda por la zona, y decidió salir a divertirse. Se dirigió a la fiesta del pueblo, adonde asistirían medio mundo.
Al llegar, intentó (sin éxito), socializar con varias personas de la fiesta.
Su desnudez, su crudeza y su cuerpo, eran lo más hermoso que podía verse en todo el festejo, pero (aún así), parecía ignorada por muchos, sino todos.
Intentó acercarse a unos jóvenes, pero se le rieron en la cara y se fue ofendida.
Más tarde, dialogó con un grupo de ancianos, pero enojados se dieron media vuelta, explicándole que no querían escucharla.
Por último, habló con un grupo de mujeres, que luego de prestarle atención por algunos minutos, se fueron ofendidas llorando.
La verdad, se fue corriendo entre lágrimas al baño, a intentar encontrar consuelo. Se vio al espejo, y luego de sentirse totalmente rechazada, decidió retirarse de la fiesta.
Cuando salía del baño, se quedo obnubilada viendo a una persona que brillaba como una estrella en un baño. Llevaba puesto un traje reluciente, limpio, llamativo, y espectacular. Unos zapatos lustrados que permitían usarlos de espejo. Tenía una sonrisa impactante, una mirada perfecta, y el porte envidiable de una persona segura y feliz.
Esta persona se acerco a la verdad y le pregunto qué le ocurría. La verdad, angustiada por demás, le dijo que había intentado hablar con todas las personas de la fiesta, pero que había sido en vano. Todos le escapaban, a pesar de su belleza, la gente la veía fea, amenazante y triste. Pero que ella solo se quería divertir.
Esta persona, le dijo que él era el placer, y que por eso todos ansiaban hablarle y estar cerca de él. Que todo lo que tenía lo transformaba en algo bueno, y que le iba a prestar algo que le solucionaría todos sus problemas.
Ambos se dirigieron al guardarropa, y el placer saco uno de sus trajes impactantes. Le dijo que se lo colocara, que era el mejor disfraz que tenia, y que ya vería las repercusiones que tendría.
La verdad le dijo que no comprendía, que si esa forma de vestirse era normal para él, entonces no le estaba prestando un disfraz, sino más bien una prenda. A lo que el placer le contesto que era un disfraz, que ella estaba desnuda, y que si se disfrazaba le iría mejor.
La verdad se vistió, y salió con el disfraz puesto a recorrer los pagos de la fiesta. Misteriosamente, todas las personas comenzaban a mirarla y a seguirla adonde ella se dirigía.
De repente, ella era la estrella de la fiesta, y aunque llevaba puesto un disfraz, no había perdido su esencia, no dejaba de ser la verdad en ningún momento.
La gente comenzó a acercarse, y ella comenzó a hablar, empezó a contarles todas las cosas que antes habían sido ignoradas, y ahora eran escuchadas de forma intensa y relajante.
Tal fue el efecto que tuvo ese disfraz sobre la verdad, para el final de la noche, toda la fiesta rodeaba a la verdad, y escuchaba atentamente lo que tenia para decir. Las personas levantaban la mano de a uno, y le hacían preguntas apuntando a la sabiduría de la verdad.
Entre aplausos, la verdad se retiro de la fiesta y comenzó a caminar en búsqueda del placer. Cuando lo encontró, le agradeció el favor, le dijo que lo había pasado genial, pero que no comprendía el secreto. El placer, con una media sonrisa en la cara, le dijo que el disfraz se lo regalaba, que ella lo necesitaría mucho más que el. Que si él se desnudase, todo el mundo se le tiraría encima. Así que le obsequio el disfraz y le advirtió que nunca se lo sacara.
La verdad se sintió mal, como si fuese falsa y debiese aparentar algo que no es.
Le transmitió estas inquietudes al placer, el cual sabio y paciente, le dijo que nadie en este mundo quiere escuchar su verdad.
Que nadie en el mundo quiere ver la verdad, y que nadie en el mundo quiere aceptar su verdad.
Pero que sin embargo, todas las personas quieren obtener su verdad disfrazada.
Que todas las personas quieren un mensaje subliminal antes que una afirmación, y que todas las personas quieren escuchar su verdad disfrazada en sabanas de seda.