Compartimos reportaje de Mónica Ambort
De palíndromos y el número 7
"Yo aconsejo que se practiquen frases palindrómicas, el
entretenimiento de los griegos cultos"
[...]
–Dígame, ¿no bromea cuando asegura que es recordman mundial de palindromía?
–Para nada. Los argentinos somos campeones de fútbol, pero muy pocos saben
que tengo el récord mundial de palindromía. En ninguna lengua ni en ningún lugar
existe alguien que haya escrito tantos palíndromos como yo. Soy autor de un
volumen, Karcino, editado por la SADE de Río Cuarto y el Fondo Nacional de las
Artes, que es un tratado único en el mundo. Parte del primer palindromista de la
historia, un griego llamado Sotades. E incluye dos mil de mis palíndromos. Mientras,
ya estoy preparando el otro volumen, que tendrá ocho mil, algunos de los cuales son
pequeños diálogos, relatos, poemas, apólogos, etcétera.
–Dificilísimo... ¿Cómo hace?
–Miro las palabras y enseguida sé si son palindrómicas o no; tengo la visión
retrospectiva... ¿No ha visto a los linotipistas, que leen los lingotes de atrás para
adelante con total facilidad? Mire, antes de que usted llegara escribí estas dos
oraciones: "Acaso hubo búhos acá" y "Sólo dí sol a los ídolos". Significativas, por
cierto. Examínelas. Y le digo otra: "Allí tápase Menem esa patilla", y una más,
vinculada también a la política: "Libe don Italo Lúder: crédulo latino débil". El
español es el idioma más palindrómico del mundo; pero hasta hace poco no se sabía
más que una frase. En el año 1964 llevé al secretario perpetuo de la Academia
Española, don Julio Casares, mi libro Estafen, que tiene cien frases palindrómicas. El
campeón mundial era hasta entonces un emperador de Oriente, León VI, que publicó
28. Confrontando este volumen, dicha performance es ridícula. "¡Coño! –me dijo don
Casares–, yo no conozco más que una: Dábale arroz a la zorra el abad". La misma
que tenía popularidad cuando éramos muchachos. Ya entonces yo había detectado
dos o tres en latín e italiano. Como me gustaban mucho los juegos de inteligencia,
me puse a estudiar las palabras. Hay que conocer muy profundamente su morfología
para hacer palíndromos. Y es necesaria una gran dosis de paciencia.
–¿Pero qué valor literario tiene hacer palíndromos?
–Es un entretenimiento lexicográfico que han practicado grandes figuras de la
literatura mundial, empezando por Dante. Para mí fue un trabajo de preso, resultado
de haber aprovechado durante sesenta años los intersticios que el tiempo le da a un
autor, y recopilado simultáneamente información en universidades y bibliotecas
europeas y norteamericanas. Yo aconsejo que se practiquen frases palindrómicas, el
entretenimiento de los griegos cultos. Palíndromo, en griego, significa "que corre de
nuevo". El juego popular de ese pueblo es el "astrágalos", equivalente a la taba
argentina. Con la palindromía completaríamos nuestro parecido con los griegos.
Claro que me doy cuenta que en el mundo, no hay otro zonzo como yo que haga
estas cosas.
–¿Y ademas quién los lee? Me parece que Karcino no debe ser para matar el
tiempo en la parada del colectivo...
–No crea. Existen lectores. A la gente le gusta leer palíndromos, para ver si son
ciertos. Pero comprendo su inquietud. Karcino es un libro muy erudito. Mire, es casi
un tratado de lingüística; por eso lo quiero mandar a la Academia Española y a todas
las universidades del continente. ¿Sabe que yo mismo diagramé el texto y las tapas?
Una imagen de la mitología romana, Janus, hombre de dos caras, decora sus
páginas. Por eso estas frases también se llaman "jánicas". En griego, Karcino quiere
decir cangrejo, animal que camina al sesgo formando zig zags, casi en la forma en
que se leen los palíndromos.
–Karcino... Siete letras... No deja de encontrar una palabra de siete letras,
apropiada para titular sus obras... Qué afortunado.
–Ah, no... el diccionario está lleno de palabras de siete letras, adecuadas a
cualquier propósito. Usted puede elegir hasta cansarse...
–¿Por qué siempre siete?
–Por comodidad; me gustan los nombres cortos... También por algo un poco
cabalístico...
[...]
POLÉMICO FILLOY
Sodoma, Gomorra y Homofobia
"... el auge de la droga, el alcohol y la
degeneración homosexual trajo aparejado esa
especie de maldición bíblica."
–¿Y el SIDA? Hervé Guibert, poco antes de morir de SIDA ha escrito una obra
considerada trascendente en la literatura francesa actual, El amigo que no me salvó
la vida, donde habla de su enfermedad y la cercanía de la muerte.
–Claro, es un tema importante. Yo también lo toco.
–Efectivamente, he visto que en algunos relatos de Gentuza usted lo incorpora.
–Sí, y ahora en Sex Amor hay una especie de apéndice dedicado al SIDA. El libro
fue terminado de escribir precisamente el día en que se descubrió el virus. Sex
Amor, cuya primera parte es la historia de un amor blanco, completamente limpio de
toda escoria viciosa o pornográfica, concluye con esta contrafigura del avance del
SIDA, precisamente a pocos días de haberse celebrado en los Estados Unidos la
glorificación del gay, el 23 de junio. La enfermedad aparece casi simultáneamente, y
ensombrece todo el destino norteamericano. En Norteamérica hay 20 millones de
putos, hablando rápido y bien.
–Entonces cuando usted dice que no hay temas nuevos, debo entender que se
trata de ausencia de formas nuevas de escribir temas de siempre.
–La existencia de temas, es algo que corresponde al continuum de la vida, a la
continuidad de la vida. Todos los días, hay un tema nuevo para explotar. Pero los
temas que irrogan grandes preocupaciones sociales, aparecen de vez en cuando.
Tienen su manifestación en grandes eclosiones humanas a lo largo de la historia.
Hasta finales del siglo pasado, se explotaron casi exhaustivamente todos los
problemas de índole revolucionario, político, económico, industrial, científico... Con
las dos guerras mundiales de este siglo y las guerras civiles en diversos países,
evidentemente se reavivó el tema bélico, pero terminadas, se agotaron los temas
que fueron clásicos, amén del más clásico de todos, el amor. Al margen de esto,
aparecen a lo largo de la vida una sucesión de cuestiones que preocupan a la
humanidad Entre ellos, el SIDA. Su historia se remonta a 1957, cuando fue
detectado en Uganda, hasta hacerse patética su instalación en otros países,
especialmente en Estados Unidos, donde el auge de la droga, el alcohol y la
degeneración homosexual trajo aparejado esa especie de maldición bíblica. El dios
bíblico, un dios arcaico, irascible, punía las maldades de los pueblos, con grandes
maldiciones. La primera, la del agua: los diluvios, los cataclismos. Cataclismo, en
griego quiere decir inundaciones. Si no, por medio del fuego, quemando ciudades
enteras como quemó Jehová, ciudades de la Pentápolis antigua en la cual estaban
Sodoma, Gomorra y otras más. Lo que los griegos llaman un verdadero holocausto.
Fueron calcinados sus habitantes y las ciudades desmanteladas por el fuego.
–¿Por qué habla de la degeneración homosexual? La Organización Mundial de la
Salud ha dicho que la homosexualidad es uno de los modos de la sexualidad.
–Esa es la disculpa de los homosexuales norteamericanos. Ellos se absuelven de
culpa y cargo, diciendo que no son culpables de ninguna degeneración. Que la
homosexualidad es una cosa que está en los orígenes mismos de la especie humana.
–¿Y no es así?
–Yo creo que no. Y tenemos la experiencia de 10.000 años de civilización.
–Siempre hubo homosexuales. Célebres por sus bondades, muchos de ellos.
–Sí, pero con características muy distintas a las actuales. Incluso la pederastia
griega tenía rasgos de amor hacia los efebos. Mientras que ahora la homosexualidad
norteamericana proviene del abuso de la droga, del alcohol, y del vicio de la
concupiscencia, vale decir, de todas las utilizaciones del organismo humano ajenas a
la procreación. En Norteamérica la homosexualidad es una plaga. Se presume que
sobre una población de 250 millones, hay 20 millones de homosexuales. Parece que
con esa enfermedad misteriosa en el organismo humano, se cumpliera la maldición
bíblica. En la última década han muerto 80.000 personas de SIDA en Norteamérica.
Se calcula que muere un gay cada diez minutos.
–¿Entonces hay que marginarlos?
–No. Curarlos. Usted ve que toda la investigación mundial está orientada a
encontrar una solución para esa enfermedad y para el cáncer.
–El SIDA no es una enfermedad exclusiva de homosexuales.
–Claro que no. Actualmente la vida está muy circunscripta por el riesgo que
apareja; obliga a la gente a desusados esfuerzos de prevención del mal, pero no
obstante, como es una maldición misteriosa, casi simbólica, un virus tan insidioso, la
amenaza acrece; el mundo actual está indefenso.
–La Corte Suprema de Justicia, finalmente le dio la personería a la Comunidad
Homosexual Argentina, pero en un primer momento se la había negado. ¿Estaba de
acuerdo con esa decisión?
–Totalmente.
–El primer fallo había sido muy criticado; como una decisión fascista de la Corte...
–Ah, no. Con ese argumento podría presentarse la sociedad de consumidores de
ácido lisérgico... y de otras anomalías que sin tener las características de la
homosexualidad, son punibles para los códigos morales de la Nación.
–¿Nunca tuvo amigos homosexuales? Excelentes escritores lo fueron.
–Nunca. Nunca.
–Algunos homosexuales sufren mucho don Juan. Su condición y su marginalidad.
La homosexualidad no depende de la voluntad.
–Sí, y van a sufrir más todavía. Imagínese en Estados Unidos, un profesor de un
liceo de señoritas. ¿Usted mandaría su hija allí? La adolescencia es un estado
transitorio, sumamente peligroso. El sexo no está definido. Ni bien se sale de la
pubertad, no se sabe si va a ser hombre o mujer. Es muy susceptible a todas las
influencias. Por eso los profesores gay en Estados Unidos están permanentemente en
pugna con las autoridades.
[...]
LA LITERATURA ARGENTINA
Borges, Hernández... y uno de nombre turco
"Borges tuvo una educación muy limitada, a cargo de
gobernantas inglesas y francesas. Su visión sobre la vida
nacional fue muy rudimentaria..."
–Volvamos a la literatura latinoamericana. Dice que ve obras que continúen la
tradición del boom.
–Desgraciadamente, la literatura que enraíza en la virtud creadora está en plena
decadencia, a nivel mundial. Ahora hay una literatura que obedece a la industria
cultural de los bestsellers. Un oportunista le dice, "escríbase un libro sobre la mula
de seis patas" y el tipo le escribe un libro de 400 páginas sobre la mula de seis patas
que es un éxito editorial. Pero usted mire... en la literatura francesa de hoy, por
ejemplo, no existe un literato que valga la pena leer. Los temas ya fueron agotados.
La literatura universal está en crisis. No hay autores que hagan un cultivo virtuoso
de la lengua. Dígame en qué país hay actualmente un escritor de la talla de Gide. En
Argentina, después de 1960, ¿qué autor se ha destacado? Borges fue muy hábil en
reimprimir sus libros publicados veinte años antes; intercalaba poesías y relatos de
otros volúmenes añejos y aparecía un libro en el que solamente una fracción era
original. Lo demás, recopilación de realizaciones anteriores.
[...]
–Bueno, volvamos a la literatura. Algunos temas que nos quedaron pendientes.
Recién nombró a Borges. ¿No le parece que haya sido un gran escritor?
–Evidentemente, evidentemente. Eso es indiscutible. Pero ha escrito poco. No
tiene una novela. Tampoco la tiene Lugones. Sobre novelística argentina Borges
jamás opinó; prefirió identificarse con el tango... Esto, y su devoción al suburbio y
sus malevos, encarnan inclinaciones sin mayor importancia, porque no son sinceras.
El no se ha dedicado, ni remotamente, a investigar la literatura nacional con la
fruición con que lo ha hecho respecto de la inglesa.
–¿Usted dijo alguna vez que Borges era un escritor de laboratorio, al que le había
faltado vida?
–Claro, ésa es su falla básica porque tuvo una educación muy limitada, a cargo de
gobernantas inglesas y francesas. Su visión sobre la vida nacional fue muy
rudimentaria; le faltó contaminación con la realidad y el paisaje, con la tradición
popular argentina. Así como escribió con tenacidad literatura inglesa, tuvo un criterio
despectivo sobre el Martín Fierro.
–Ya que estamos, ¿cuál es su opinión acerca del Martín Fierro?
–Creo que es una obra fundamental que nos representa y que permanecerá firme.
Para toda la muchachada que lo leímos, Martín Fierro fue una figura rebelde que
coincidió plenamente con nuestras vehemencias juveniles; que participó en la
gestación del espíritu nacional porque iluminó una época en la que h nación no
estaba aún consolidada.
Es un poema épico, realizado con una gran habilidad, con versos netamente
argentinos, sin alusión ni semejanza con el romancero español. Está escrito en
quintillas o sextinas típicamente suyas, con una combinación métrica perfecta. Tiene
sus incorrecciones y licencias, por cierto, pero en general son versos muy correctos.
Todo esto con una magnífica inspiración y acopio de experiencias para describir los
caracteres humanos...
Borges equiparaba a Fierro con Juan Moreira. Error flagrante. Son arquetipos
distintos. Martín Fierro es un personaje discutible pero simbólico. Moreira, un matón
de comité. Aquél prevalecerá porque tuvo rebeldías valiosas y ciertos impulsos
cuestionadores. Por lo demás, amén de la genialidad condensada en su Martín Fierro,
José Hernández fue un escritor que hizo todo lo posible por exaltar las industrias
agrarias del país. Ambos afanes son deudas que no caducan.
–¿Qué sabía Hernández de los hombres que encarnó en su personaje? ¿No
pertenecía a una clase social acomodada?
–Todo lo contrario. Fue hombre de estancia y posteriormente funcionario público.
Estuvo en Entre Ríos y después, perseguido por cuestiones políticas, vivió en Brasil
Se cree que allí escribió la mayor parte del Martín Fierro. Conocía el campo. Y
pensaba que el gaucho, el pueblo argentino, debían evolucionar, mejorar su
idiosincrasia.
–¿Y Don Segundo Sombra qué tal?
–Bueno, ahí lo tiene. Es una obra sumamente literaturizada No se deben bañar y
engominar gauchos y paisanos todos los días. Güiraldes lo ha hecho,
descaracterizándolos. A don Segundo solo le falta hablar francés... Para mí, su libro
más bello es Xamaica: allí está él. Solo. Sin la criollidad castrada de aquel espécimen
tan distinto al de Hernández y al Viejo Vizcacha, por ejemplo... Los temas nativos
hay que abordarlos con autenticidad. Como en el Martín Fierro, hecho con un criterio
aleccionador. Una obra, literariamente, de gran volumen, de una integración bien
mantenida. Pero además, con la preocupación de mejorar las condiciones de vida del
hombre de campo cuando en la Argentina todavía no se había obrado sobre el
gaucho para convertirlo en ciudadano.
–Para su Elvirus de L'Ambigú...
–... L'Ambigú, una novela dialogada de punta a punta, única en el mundo...
Disculpe, ¿qué me decía?
–Que para Elvirus, el crítico literario de L 'Ambigú, Sarmiento y Hernández son lo
más significativo de la literatura argentina del Siglo XIX. ¿Quiénes, para usted, en el
Siglo XX?
–Lugones y Almafuerte son notas capitales, pilares. Borges también. Y después
tiene una cantidad de elementos satélites, de real mérito, como Pedro Miguel
Obligado, Canal Feijóo, el viejo Korn... Otros que valen son el sanjuanino Juan Pablo
Echagüe, Ángel Estrada hijo...
–¿Roberto Arlt?
–No, no me agrada, lo he leído poco.
–¿Julio Cortázar?
–Ah, Cortázar, claro, claro. Le gustaba mucho mi Caterva, sus atorrantes
personajes. Me nombra en La vuelta al día en ochenta mundos, pero a pesar de la
admiración que tenía por mi libro, nunca me mandó nada. No nos conocimos. Sólo lo
vi en París cuando coincidimos en una conferencia de Borges.
–¿Está de acuerdo con quienes opinan que la cuentística argentina debe
considerarse antes y después de Cortázar?
–No, no... es un buen escritor pero no tanto... no tanto. No es una piedra liminar
como Lugones, ni como Payró o Benito Lynch. Horacio Quiroga sigue en punta.
–¿De la literatura argentina más reciente, realmente no rescata nada?
–Los libros que he leído de la gente joven que está surgiendo son muy deficientes.
Cuando usted lee a los que le menciono, a Mallea... los saborea. Lee los libros del
autor de Rayuela y los saborea, pero las últimas producciones argentinas no le dejan
memoria, a la semana se olvidan.
Además, ahora está lleno de futurólogos, politicólogos, gente que escribe
literatura periodística. Prevalecen una cantidad de artículos que tienen una
actualidad momentánea, artículos completamente amorfos, sin calidad literaria; sólo
pinceladas, con el facilismo que da el periodismo. Someta diez revistas a una lectura
valorativa sistemática y verá que tienen semejanza estructural. Además ahora todo
el mundo está capacitado para abordar cualquier tema.
[...]
–Retomando la pregunta sobre la literatura argentina. Nada rescatable
últimamente, según usted. El año pasado, sin embargo, hubo una suerte de movida
literaria en Buenos Aires; junto a autores ya conocidos, gente joven, que escribe y
vende su obra.
–Sí, han aparecido algunos escritores, a mi criterio de poca monta literaria. En
este momento no me acuerdo. Uno de nombre turco...
–Asís... pero yo le hablo de otros más recientes.
–Sí, Asís ha tenido mucho éxito. También un libro sobre Juan Domingo Perón...
–La novela de Perón, de Tomás Eloy Martínez.
–Y las tres novelas de Aguinis que ha publicado Planeta.
–¿Esos no le parecen buenos escritores?
–Ah, sí. Lo de Aguinis me parece uno de los más serios aportes a la literatura
nacional.
–¿Y Tomás Eloy Martínez, que usted mismo mencionó?
–También.
–Le nombro algunos de los que el año pasado editaron y recibieron críticas muy
elogiosas. Bueno, además de Tomás Eloy Martínez, Belgrano Rawson, Dalmiro
Sáenz, Forn, Fresán, Fogwill...
–No conozco ninguna de sus obras.
–¿Y Osvaldo Soriano, que es famoso?
–Tampoco. Soriano, solamente el actor teatral. Muy, muy bueno.
–Le sigo nombrando. Laiseca, Futoransky...
–No los conozco...
–¿Y Abelardo Castillo?
–Lo que he leído de él no me gustó. Como aporte, valoro lo de Marcos Aguinis.
También ha aparecido, en Río Cuarto, un novelista de altos valores, Joaquín
Bustamante. Tiene dos novelas que me parecen muy positivas; realmente
constituyen un aporte a la literatura nacional.
[...]
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