miércoles, febrero 28, 2007

De la monarquía católica a la república rosista

Roberto Di Stefano, El púlpito y la plaza. Clero, sociedad y política de la monarquía católica a la república rosista , Buenos Aires, Siglo XXI, 2004.

por Nancy Calvo

"¿Qué factores económicos, sociales, culturales, religiosos, incidían en una familia al tomar la decisión de ofrecer un hijo al clero? ¿En qué medida esas motivaciones se modificaron a partir de la revolución? ¿Cuáles eran las perspectivas "profesionales" de un joven que ingresaba al clero antes y después de 1810? ¿Qué tipo de ideas circulaban en el clero colonial sobre temas como la Ilustración, el patronato regio, la economía, la tolerancia de cultos protestantes, el lugar del sacerdote en la sociedad y otros? ¿Significaba realmente lo mismo formar parte del clero en 1767 que en 1835? ¿Qué esperaban del clero y que le exigieron los Borbones, los varios gobiernos revolucionarios, los reformistas rivadavianos o Rosas? Encontrar respuestas a estos interrogantes, entre otros muchos a los que se trata de responder en este libro, implica pensar a la Iglesia en el mundo y en la historia, sujeta a cambios como todas las demás realidades humanas, inmersa en los avatares ideológicos, culturales, económicos y políticos de su tiempo."

Con estas palabras Roberto Di Stefano define, en la introducción de su libro, algunas de sus principales preocupaciones tanto como la perspectiva general a través de la cual se propone abordar la historia del catolicismo desde los tiempos coloniales hasta el período rosista. Se trata de situar la dimensión religiosa de la vida social en relación con los otros registros de los cuales se ha ocupado la historiografía académica sin dialogar con la tradicional historia eclesiástica, y viceversa. Esta mutua ignorancia ha comenzado a revertirse en los últimos años como resultado de las investigaciones que se vienen realizando de modo sistemático y entre la cuales se destacan la del propio autor. En tal sentido, el texto que comentamos es, de algún modo, la síntesis teórica, metodológica y temática de varios años de labor.

El trabajo consta de tres partes que corresponden a tres periodos. En la primera, "El clero colonial (1767-1810)" se describe, en primer lugar, el espacio que compone la diócesis de Buenos Aires y las características del sistema beneficial del cual depende la labor del clero. Luego, es el turno de las vinculaciones del clero con la sociedad: las estrategias familiares en relación con los espacios institucionales del catolicismo y, entre ellas, el rol del las capellanías en tanto recurso del que disponían los miembros de la élite para mantenerse como tales. El capítulo siguiente se ocupa de la formación del clero y del modelo de sacerdote que se promueve en las últimas décadas del siglo XVIII. La segunda parte, "El fin del mundo (1810-1820)", está destinada a dar cuenta del modo en que la revolución y sus consecuencias afectan la vida del clero y el destino de las instituciones eclesiásticas. Algunos de los temas que aquí se tratan son las razones de los sacerdotes seculares, regulares, urbanos y rurales para acompañar el llamado revolucionario, la politización de la práctica y el discurso religioso, así como la crisis institucional y económica que arrastra las estructura diocesana.

Finalmente, en la tercera parte, "La invención de la Iglesia argentina (1820-1834)" despliega la que puede considerarse su hipótesis más fuerte. A saber, la Iglesia como institución única y diferenciada nace luego de la Revolución al compás de los cambios políticos y sociales que le permiten ir independizando su existencia de esas mismas esferas en las cuales el clero y las diversas instituciones eclesiásticas estaban estrechamente imbricadas. En ese proceso fundacional resulta determinante la interacción con otras instancias político institucionales tales como el Estado que se está constituyendo y la Santa Sede, cuya influencia creciente se hará sentir conforme avanza el siglo. La reforma eclesiástica que se aplica en Buenos Aires en los años veinte se presenta como un proceso central en la definición de las diferentes alternativas -"galicana, intransigente o liberal"- que surgen ante la necesidad de redefinir el lugar de la religión en la sociedad.

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