miércoles, marzo 03, 2010

Centésimo quincuagésimo cuarto aniversario


Nacido en Buenos Aires un 3 de marzo de 1866, Ernesto de la Cárcova inició sus estudios de pintura conel maestro italiano Francisco Romero.
Luego marchó a Italia, donde ingresó a la Real Academia Albertina de Turín, quedando entonces bajo la tutela de Giacomo Grosso.
En 1890 el joven estudiante argentino envió tres obras a la XXXI Exposición de Bellas Artes del Círculo de los Artistas Turineses y allí consiguió que el Rey Humberto I de Italia adquiriese, para el Palacio de Quirinal, uno de sus cuadros al pastel titulado "Cabeza de Viejo".
En 1893, el pintor arribó a su patria y, en ella, aparte de ser recibido con un gran respeto, se decidió incorporarlo sin reservas, no obstante su juventud, al círculo de los viejos maestros de la Asociación. En ese momento, de la Cárcova no sabía que en su país lo esperaba una nueva victoria, no menos resonante que la europea.
En el mismo año de su retorno, se había constituído en Buenos Aires una entidad artística y literaria llamada El Ateneo. Esta agrupación intentó levantar el nivel de interés por el arte y la literatura. En sus cinco años de vida, organizó conciertos y conferencias y llevó a cabo cuatro exposiciones, participando en la segunda (1894) de la Cárcova con varias producciones de gran valor.
Sin embargo, una de ellas, en especial, contribuyó de modo decisivo a acrecentar su prestigio. Se trataba de su vasta composición denominada "Sin pan y sin trabajo" adquirida finalmente en 1906 por Eduardo Schiaffino, entonces director del Museo de Bellas Artes, para el Museo a su cargo, donde se la puede observar en la actualidad.

Comenzado en París y concluído en la capital porteña, "Sin pan y sin trabajo" afronta un tema realista y de intención social. Sus dimensiones por una parte, la dramaticidad del tema por otra y, finalmente, la excelencia de su dibujo y la solución inobjetable de los problemas de estructuración de las formas y representación del espacio planteados en el lienzo, suscitaron alrededor del mismo un atractivo de inusitada magnitud. El juicio fue unánime en la opinión y en la prensa. Se lo consideró la obra capital del salón, no obstante, exponerse también, junto a ella, otras de tanta trascendencia como "La vuelta del malón", de Della Valle, y "El Corsario de La Argentina", de Martín Malharro.
Con su trabajo de la Cárcova echó las bases de una pintura popular de intenciones políticas y sociales. Es interesante tener en cuenta que Ernesto de la Cárcova fue algo más que un artista porque sacrificó sus posibilidades como tal, al propósito de contribuir a crear en el país, un clima más favorable para el desarrollo institucional de las vocaciones artísticas. Su recuerdo se vincula a la fundación, organización y dirección de instituciones como la Academia Nacional, el Museo Nacional, la Escuela Superior de Bellas Artes y el Museo de Calcos y Escultura Comparada, el Patronato de Becados en el Extranjero, los Premios a la Buena Arquitectura y la adquisición de obras destinadas al embellecimiento de la ciudad. Lo que nuestra historia debe consignar, es la gran tarea realizada durante el último decenio del siglo pasado y el primero de este siglo por numerosos artistas, pintores, estudiosos del arte, poetas y escritores de El Ateneo, la Colmena, El Templo, Nexus, la Sociedad de Aficionados y la asociación secreta Verdad. Los mismos debieron desarrollar sus actividades, realizar sus obras y cumplir sus destinos en un medio indiferente, a menudo hostil y desprovisto siempre de cualquier tipo de alicientes para sus vocaciones.
Extraído de la página del Museo Nacional de Calcos.