Reptas como una miel extraña y valiosa; pero no vienes, yo soy la tarde.
Y la "miel" se izó sobre sí y por un tallo de diamela que estaba cerca, y dijo: — Aquí estoy; para lo que sea, regocijo, pecado, fuere lo que fuere.
La tarde estaba sentada, blanca, rara, (como marosa), el cabello rojo, cuya punta tocaba el suelo. Dijo: —No, no, yo no acepto nada; sea lo que sea.
A nada amo.
Y no quiero ramo de flores en mi mano.
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