Doy gracias a la vida de cosas varias.
Una de ellas, es el hecho de que la compu laboral tenga un razonable acceso a la web, y que pueda escuchar un CD.
Y si, a veces los lunes, mis vecinos oficinescos vienen entonados, e imponen su cuota de música que (por cierto) es un castigo cruento.
Pas de problem, desempolvamos al cuarteto de Manolo Juárez & Daniel Homer cuarteto, y santo remedio. Si hasta las plantas parecen renacer. Que lo parió (Mendieta)!
De la música doy gracias siempre. Será por eso que mi encuentro con el filo-amigo de Rawson, el loco de la música (a quien aludo mucho), produjose en el preciso instante que Mingo (mi conductor predilecto del interno 29 de la empresa Rawson), abriera la puerta del bondy pa' que descendiera el pasajero descarriado (ese soy ió). Caminamos una cuadra junto al loco amigo, y bastaron esos instantes como para comprender algunas cuestiones de la vida mesma, y del fin de semana variopinto.
A tal punto es la relación con este (gran) sujeto, que el viernes a la noche, mientras estábamos con el Chucho haciendo algunas cosillas, y percateme del programa que estaban pasando por la señal Encuentro, ande Paulo Freire hablaba, hube de remitirle un SMS, pese a ser las 23:48, y el tipo respondió que estaba sintonizando ese canal.
Decidme entonces, si eso no es sintonía fina! Freire aludía a varias cosas, pero verlo hablar, da una dimensión del personaje, su sabiduría, y también de la de los brasileros, gente parecida en algo, pero al mismo tiempo muy distinta. Al igual que mis amados uruguayos.
La cosa es que en el trayecto que va del Ministerio de (¿)Educación(?) , hasta el PBT feliz, intercambiamos párrafos, y sus palabras fueron balsámicas en la piel de este poligriyo.
Siempre caemos en la necesidad de escuchar música, porque al tipo lo mudaron de compañeras de oficina, y tiene que soportar virulentas dosis arjonescas y otros castigos, que serían material invalorable pa' que el Emilio Tenti Fanfani registrase el estado actual de la educación, algunos perfiles docentes y sus gustos musicales. Al despedirnos nos estrechamos en un abrazo y pronunciamos la mortal (y certera) cita cantiliana: "Si no fuera por la música, no nos salva ni Tarzán".
Acaba de sonar una versión de la López Pereyra de este disco que me emocionó hasta el tuétano (pispead algo del disco aquí), y mejora mi temperatura del alma.
Y vienen a dibujarme sonrisas cosas bellas de este fin de semana, ande transité por estados de ánimo dispares, empezando mal, siguiendo luego en una especie de Harry Haller, protagonista de El lobo estepario, preguntándome cómo la vida se muestra compleja, la felicidad esquiva, y las certezas parecen utópicas.
Quizá, el laburo junto al Certamen Internacional de Coros, vino a arrojar no solo luz, sino también corcheas, fusas y pentagramas felices.
Digo, porque el sábado fue el cierre, y pude apreciar la pulenta de los coros cantando lo aprendido en los talleres, y vibrar como pocos con el canto comunal. Fue algo mangnánimo: cientos de personas cantando "Nada", con letra de Horacio Sanguinetti, configuran una emoción fortísima. También hicieron lo propio con Safari y Jambo, clásicos de la música africana. Se me cayeron lágrimas varias, al respirar ese aire, plagado de buenas notas, y mejores intenciones. Quizá porque mi vida necesitaba nutrirse de ellas.
Y afortunadamente, llegaron en el momento preciso. La primavera ayuda a que la cosa renazca desde lo mas profundo.
Así lo hice, y de fondo sonaba el Grupo Vocal Kárpátia (uruguayos of course)!
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