por Harold S. Kushner
Hay una historia en el Talmud, acerca de un viajero que pregunta a un chico: "¿Existe algún atajo para llegar al pueblo?". El pequeño responde: "Hay un atajo que es largo, y un camino que es corto".La histora me viene a la cabeza, cuando repaso el Salmo 23, porque la frase hebrea traducida como "rectos senderos", en realidad expresa algo mas complejo e interesante de lo que puede transmitir la traducción. Literalmente significa "caminos con muchos rodeos que terminan en la dirección correcta".
Muchas veces en la vida queremos acortar caminos, y terminamos inmersos en un berenjenal que hubiese sido preferible evitar. Esto sucede por esta tan apurados en llegar, que tomamos estos "atajos", y luego lo lamentamos.
Tal vez dentro de la geometría euclideana, la distancia mas corta entre dos puntos sea una recta, pero en la vida, la distancia mas corta, puede ser una ruta indirecta y errática. La línea recta entre nosotros y nuestra meta, puede tener trampas ocultas, o puede ser demasiado fácil y no desafiarnos a descubrir nuestras fuerzas, o no darnos tiempo para que estas emerjan.
Así los israelitas cuando abandonan Egipto hacia la Tierra Prometida, no van por la ruta mas corta, precisamente porque necesitaban un tiempo para incorporar el cambio de ser un pueblo de esclavos, a ser un pueblo libre. Lejos de ser un tiempo perdido, es la fracción necesaria para que cuerpo y alma entren en sintonía.
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