Thays vino a la Argentina invitado por un empresario cordobés que le encargó el diseño de un parque.
Finalizado su laburo y antes de regresar a su tierra natal fue hábilmente interceptado en Buenos Aires por el intendente Bollini, decidido a nombrarlo director de Parques y Paseos.
Mais, hete aquí que Thays era hombre de principios y acepto el desafió, si y solo si había un concurso previo, algo que con sus antecedentes ganó cómodamente.
Como director de paseos de la ciudad, vivió en la casa que se ve desde la Avenida Las Heras, o desde la de la Santa Fe. Engalanó los espacios verdes con una paleta de colores que tiñe las plazas al ritmo de las sucesivas floraciones del lapacho, el jacarandá, la tipa, el palo borracho y el ceibo, este último flor nacional, ganadora, nada más que por dos votos frente al popular jacarandá, que en noviembre viste de azul violeta plazas y parques porteños.
Thays conoció en una kermese a una muchacha de dieciséis años, se casó y se quedó para siempre en la Argentina, país de adopción al que legó su experiencia, conocimiento y una dinastía que llega hasta Carlos Thays V, todos paisajistas do peito.
El arquitecto francés, se aventuró en el urbanismo con la traza de Palermo Chico, donde para hacer honor a su estirpe diseñó una calle redonda que tiene por nombre Ombú.¿Que me contás?
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