Patricio Jiménez, segunda voz del Dúo Salteño, nos dejó este domingo último, a los 64 pirulos.
Mirá lo que son las cosas, eligió irse de viaje, precisamente con Santa Cecilia, en el día de la música.
Nada es casual ...
La del Dúo Salteño es una de esas aventuras donde confluyen maravillas musicales y paradojas del arte popular. El Chacho Echenique fue la voz alta del dúo y Patricio Jiménez cantaba la segunda. Patricio se nos fue. Un tardío homenaje quiso reconocerlos en la Legislatura porteña.
Quienes amamos la música, lloramos su partida. Porque el Dúo Salteño, fué único.
Tres eran los salteños que se juntaban para sacudir, desde aquel asado en lo de Juan Riera, en 1967, los cimientos de la armonía convencional de las dos voces en el folklore, como nadie lo había agitado antes. Al escucharlos, el Cuchi (Leguizamón, quién mas?), asombrado, los conminó: "¡Yo los voy a armonizar!".
El pianista y compositor le fue sacando el jugo a la amplia tesitura que le ofrecían el contratenor Chacho y el barítono de Patricio. Estaban para expandir con sus voces la fantasía creadora del compositor, alimentada por los atrevimientos armónicos de los clásicos contemporáneos: Bela Bartok, Igor Stravinsky, Arnold Schoenberg. Y para lanzarse con ellos, como un juego provocador, en la música folklórica. Ni Patricio ni Chacho habían estudiado música.
Patricio fue otro mago. Como el Cuchi. Siguiendo las altísimas, minuciosas notas de su amigo Chacho. Patricio era de Salta. Y hacía falta.
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