A un gato lo invadió una tremenda melancolía: el felino sufría de amor.
Buscaba su gata por todas partes, hacía piruetas para conquistarla.
Pero bastaba con abrir su hocico, para maullar o hablar, y ahí al toquecito la cagaba ...
Esto aumentaba el sufrimiento melancólico.
Porque la gata habrá ser como quiere ser, por mas que eso no es lo que le guste ver a nuestro melancogato.
Este habrá de romper las cadenas, si es que quiere viajar hacia la ruta del crecer, para transformarse en felino feliz, dejando la pesada y melancocarga.
1 comentario:
Tal vez la gata sufra melancolia...
Espere quien correponda su amor...
Ella sueña en vivir una eterna felicidad....
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