por Harold S. Kushner
En los días posteriores al atentado, se escuchaban preguntas varias en la TV:- ¿Dónde estaba Dios? ¿Cómo pudo dejar que pasara esto?
Yo me encontré respondiendo:
- La promesa de Dios nunca fué que la vida sería justa. Su promesa fué que cuando tuviéramos que enfrentarlas, no estaríamos sólos, ya que Él estaría con nosotros. Así lo dice en el Salmo de David, el querido Salmo 23.
Allí, en pocas líneas transmite sabiduría proveniente de generaciones, ofreciéndonos una visión del mundo menos terrorífico, dándonos pistas para soportar la pérdida de gente que queremos, o como proceder ante situaciones conflictivas con personas que no nos quieren o nos maltratan.
Nos muestra como reconocer la presencia de Dios en momentos y lugares que podríamos pensar que estaba ausente. El Salmo nos invita a pensar de modo distinto y a actuar en consecuencia.
No nos ofrece el panorama de un mundo mejor y más seguro luego de este. Nos invita a mirar con claridad, y sin ilusiones en este mundo que vivimos, pero nos da una mirada como un mundo al que debemos tratar con valentía, haciendo el bien para nosotros mismos, y para el prójimo. Y nos recuerda que no estamos solos.
Y nos da otra lección interesante: la mayor parte del tiempo no podemos controlar lo que nos sucede, pero siempre podemos manejar nuestras reacciones frente a lo que sucede (si queremos).
El Salmo invita a entendernos un poco mejor a nosotros mesmos, y a nuestro mundo, y proceder así pa' vivir dentro de este bendito mundo con fe, alegría y valentía. En síntesis, es muy poderoso, ya que puede cambiar la vida de una persona.
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