viernes, septiembre 11, 2009

El peatón

Jaime Sabines
(amable colaboración de la kólega mexicana Lucía, tanti grazzie!)


Se dice, se rumora, afirman en los salones, en las fiestas,
alguien o algunos enterados, que Jaime Sabines es un gran
poeta. O cuando menos un buen poeta. O un poeta decente,
valioso. O simplemente, pero realmente, un poeta.


Le llega la noticia a Jaime y éste se alegra: ¡qué maravilla! ¡Soy
un poeta! ¡Soy un poeta importante! ¡Soy un gran poeta!
Convencido, sale a la calle, o llega a la casa, convencido. Pero
en la calle nadie, y en la casa menos: nadie se da cuenta de que
es un poeta. ¿Por qué los poetas no tienen una estrella en la
frente, o un resplandor visible, o un rayo que les salga de las
orejas?
¡Dios mío!, dice Jaime. Tengo que ser papá o marido, o trabajar
en la fábrica como otro cualquiera, o andar, como cualquiera, de
peatón.
¡Eso es!, dice Jaime. No soy un poeta: soy un peatón.
Y esta vez se queda echado en la cama con una alegría dulce y
tranquila.

1 comentario:

Anónimo dijo...

mb
sugiero la lectura del artículo "el acto de escribir y sus efectos terapéuticos" de la compañera olguita starzak -poetisa de aca, de barrio la caja, nuestra-q se publicó en tela de rayón de hoy
aprovecho para saludar a todos los peatones...esos poetas anónimos q circulan x la calle sin ser advertidos, camuflados de oficinistas, obreros, empleados públicos...en especial, a Uno.
(hace un tiempo q me alimento de la/su poesía)