Tipos que cuando saben escuchar, tienen material precioso para escribir cientos de historias.
Aquí va una de ellas publicada hoy en La Nación, su autor: Carlos Guarella.
Fue justamente contestando un viaje "de radio" que pasé a buscar a pasajero elegante.
Al subir me indicó que debía trasladarlo hasta los talleres de una concesionaria de marca francesa, donde retiraría el auto que había dejado para el service correspondiente.
Eran las 13 cuando llegamos al taller, pero estaba cerrado. Entonces el pasajero me pidió que lo llevara a su domicilio que allí buscaría otro auto y se desplazaría a su empresa.
Estábamos en camino cuando el tipo me pidió que mejor lo llevase directamente a su trabajo, a las calles Terrero y Marcos Sastre.
En ese momento me acordé de un lugar que conocía en esa calle, y le pregunté de qué se ocupaba. Respondiome que era fabricante de perfumes y desodorantes.
Lo miré por el espejo y dije:
- Ahora solo falta que me diga que usted es el dueño de la firma Fragarome ...
El hombre se quedó unos segundos en silencio y luego respondió:
-¿Cómo sabe quién soy?
- Muy sencillo -le respondí-. Hace algunos años yo trabajaba para una importante empresa gráfica y los diseños los hacía para ellos, por consiguiente las etiquetas y el packaging de sus productos han sido una creación mía.
El hombre no lo podía creer.
Continuamos nuestra conversación y finalmente llegamos a destino en la calle Terrero.
Bajó del taxi, me dio su tarjeta y en otra oportunidad volví a realizarle algunos diseños que aún hoy está utilizando.
Al marcharme recordé una frase que decía mi abuelo materno, cuando relacionaba algún encuentro con paisanos de su lejana Italia:
"Solo las montañas, no se encuentran".
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