viernes, agosto 14, 2009

Historia de La Margarita

Una de sus piezas más populares del Ruso Rosencof es La Margarita, curiosamente compuesta. En uno de los tantos e interminables días de cautiverio (del Ruso), un guardia le pregunta a Rosencof si él era escritor. Ante el gesto afirmativo del Ruso/recluso, el uniformado transmite
- El sargento ordena que le escriba una carta a su novia.
Este favor inesperado fue recompensado por el militar con víveres, cigarrillos y otros beneficios.

El propio Rosencof reseña que ya tenía aquellos versos in mente "cuando un soldado me dejó la parte de adentro de una birome, la escribí en hojillas de fumar y la metí en el dobladillo de la ropa que mandaban a lavar a casa cada mes y medio. Así salió La Margarita".

(Que lo parió!)

Esta historia tierna/poética/real que pudo suceder en cualquier arrabal trelewense/patagónico o montevideano, tiene como protagonista a una dama, llamémosla Margarita, pero podría ser cualquier otro nombre. Acaso haya sido Jaime Roos, quien al musicalizar los poemas de Rosencof en 1994, les entregó carácter visceral a sus estrofas.

Comparto tonce', la letra de Golondrinas, temazo de La Margarita:

Al salir del Metropol,
íbamos a un bar,
para hablar como mayores,
del futuro..

Era un tema manso, sin apuros
y el futuro, enorme, a qué apurar,
a qué apurar?

Allí, dichosos, nos dejábamos estar,
todo era diáfano, fácil, seguro,
cuando en su universo,
poético y puro, llegaba el mozo,
qué van a tomar?
y qué van a tomar?


Entonces lo mirábamos desde mi lado
Con el desdén de los soñadores
Y con él: "Yo un té", apenas murmurado

Ella volvía a colgar cortina de colores
Y en la pared de un patio sombreado
Golondrinas de yeso y otros primores.

Y ahura vamos con La Margarita (agarrate Catalina, porque esta letra la hacía llorar a la Tini de pequeña, señal inequívoca que su poesía va sin escalas al cuore)

" La vi una mañana cuando iba al almacén;
la calle estaba llena de verano.
Llevaba un vestidito tan liviano
que el corazón se me fue para la sien.

Me sentí en el aire, sin sostén,
y un sudor tibio humedeció mi mano
cuando se fue con su pasito tan ufano
coqueteando la pollera en un vaivén.

Fue como si me hubiera dado cita;
desde entonces, a esa hora, la esperé.
Ella sin hablarme comprendió mis cuitas

y a veces me miraba con un no sé qué.
me enteré que se llamaba Margarita
y sin deshojarla supe que la amé.
"


Como habrás visto, el Ruso se adueñó de gran parte de Carpe Diem (en buena hora), porque es de esos tipos que siguen dando que hablar (y que leer), en estos tiempos posmo, ande la literatura circulante suele ser excretable, o al menos despojada de la emoción a flor de piel.

Bueno, si persististe en tu lectura hasta este punto, ahura te convido con el encuentro de dos grandes: el Ruso y Galeano. Esto fue grabado durante el invierno de 2004, en el Palacio Salvo, para el querido programa "Que nunca falte" de tevé Ciudad de Montevideo, programa que supo retransmitir el añorado canal a (ausente con aviso desde 2006 en la horripilante grilla de Supercanal - junigranputi). Va con perlita incluida, que acabo de descubrir (señal de sincrodestino).
A detectarla, pa' acceder al premio (if you want).
Vamo' arriba!

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