jueves, agosto 06, 2009

El mundo, nuestros ojos y la armonía

El mundo se ofrece a nuestros ojos entre confuso y engañoso.
Quizá a nuestro entendimiento el mundo se le presenta confuso/engañoso, y poco comprensible.
¿Es nuestro entendimiento es incapaz de abordar un mundo tan confuso y complejo?
¿Las partes de este mundo se articulan de un modo armonioso?

Para los gnósticos el mundo estaba partido en dos, existía por un lado el mundo de Dios y por el otro el mundo de la materia creado por demonios de bajo nivel.
Un ser humano, decía el gnóstico, contiene elementos de ambos mundos.
Tiene un alma inmortal y un cuerpo perecedero. Es, un grano de oro en el barro.


Ya en el siglo XX, algunos científicos, Plank y Einstein entre ellos, mantenían un punto de vista similar: hay una "realidad objetiva" que es eterna y estable, es enteramente material (aquí los científicos difieren de los gnósticos). Y por otro lado está la vida de los seres humanos: su nacimiento, su crecimiento y desarrollo, sus gozos y sus penas y, finalmente, su muerte.
Estas vidas son una "ilusión" (el término es de Einstein), no cuentan y no nos sirven para entender la "realidad", no la hacen transparente.
Recordemos a propósito de esto, la elocuente frase del siglo de oro español: nuestros ojos son de carne.
Básicamente el hombre ha creído comprender que a su alrededor la realidad de los sentidos es engañosa o aparente y además, oculta un orden o una verdad esencial siempre a desentrañar. Así, de la misma manera que cuando en la playa encontramos una botella con un mensaje de náufrago en su interior y sentimos irrefrenables deseos de leerlo (devolver la botella al mar sin abrirla sería un gesto que revelaría una falta de curiosidad casi... inhumana), nuestra interacción con el mundo despliega siempre un mensaje a desentrañar, una reflexión, un pensar de nuevo lo que ya se ha pensado, o la construcción de un nuevo modelo de representación del mismo.
Filósofos, científicos o poetas, gentes en general de todos los tiempos, han ensayado explicaciones coherentes de lo que existe. Hay un mundo, vivimos en él, es necesaria una "explicación comprensiva"
.
Desde su nacimiento, en las islas Jónicas, hace cerca de tres mil años, el pensamiento occidental se ha repartido entre dos actitudes aparentemente opuestas.
Según una de estas filosofías, la realidad auténtica y última del universo no puede residir más que en formas perfectamente inmutables y eternas, invariables por esencia. Según la otra, por el contrario, es en el movimiento y la evolución donde reside la única realidad del universo. La voluntad de una explicación última llevó al convencimiento a Heráclito de que la esencia está en el devenir, en el fluir incesante de las cosas que devienen en otras y así sucesivamente para no terminar jamás.

A esto opuso Parménides la quietud exasperante del ser, y desde entonces han fracasado los intentos por presentar una interpretación general del mundo si es que esta pudiera existir, y ha sido común encontrar expresado con una oposición de conceptos, esta imposibilidad.

La distancia entre ilusión y realidad ha querido ser salvada sea ya por medio de la revelación, en el caso de los gnósticos, sea ya por medio de la razón, en el caso de los científicos o de la intuición como en el caso de los filósofos. Pero en todo caso, la idea de un mundo armonioso del cual poseemos algún secreto, es sólo una idea entre muchas posibles y, aún en el caso de que el mundo fuera unitario, una concepción general del mismo cualquiera que esta sea, no nos serviría de mucho.

Las concepciones del mundo no sólo son incompletas, sino.también tramposas/engañosas


Jacques Monod, El azar y la necesidad.

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