Hay gente que abre las puertas sin golpear.
Existen seres aún mas osados: aquellos que amén de abrir, prosiguen con su intromisión, sin importarles hasta donde. Personas que tienen ojos solo para cumplir su cometido, quizá en un sentido parecido a los estadounidenses cuando arrojaran sendas bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, cuando varios norteamericanos vieron en este atroz hecho, una "pseudo salida" a la Segunda Guerra.
Cuestiones como estas, y en tiempos de internet, lejos de ser moneda excepcional, constituyen el hábito digito-virtual.
Y precisamente virtual (en muchos casos, no en todos), porque la web dista de ser un espacio social – fraterno, para convertirse en un subterfugio del ego.
No es un problema (este) de la juventud, ni de los mas chicos, sino de aquellos que podemos titular como ciudadanos mayores, vulgo adultos.
El narcisismo es un monstruo grande (y pisa fuerte).
Fijate sino en la telaraña social de facebook, la mayoría de las cosas que se publican son fotitos personales, comentarios inocuos, o leyendas que tienden a exaltar el ego.
Nuevamente hay excepciones, pero entendidas estas como una función monótona (muy) decreciente.
Algo así como la circulación de chistes y hoax vía mail, hoy la pavada está a tiro en cualquier punto de la web. De allí, el acierto del término "webada".
Solemos tercerizar las culpas, hablando de ingentes peligros que amenazan a los párvulos, y la humanidad toda.
¡Pamplinas!, las víctimas huevonas somos los grandecitos, quienes no solemos distinguir a ciencia cierta lo importante de lo urgente, y en Internet, solemos ejercer una teoría heliocéntrica, ande todo gira en derredor nuestro.
Los pequeños son bastante mas ubicados y tienen un criterio, curiosamente mas sabio que el de aquellos que hubimos de nacer en la época AI (antes de Internet).
Hay historias de todo tipo y tenor, sobre envíos de mails, chats, SMS, o de publicaciones en fb, cuyo contenido va dirigido hacia un destinatario erróneo, o haciendo público un asunto privado.
Gaffes como estas son erro-horrores cotidianos.
Y lo peor del caso, es que luego nos ponemos a elaborar tratados grandielocuentes sobre el uso de la tecnología.
Por de pronto, me excuso de poder hablar al respecto, de hecho un párvulo sentenciome:
- Lo tuyo no es la informática.
En un ppio. no me gustó, pero luego hube de darle la razón.
Al menos no es lo mío, con el uso de estas herramientas, medio histéricas, y que ponen en riesgo la salud mental del emisor.
Porque claramente no es lo mismo escribir un mail, que estar en una sesión de Chat.
En un mail, uno puede trazar un esquema del discurso, desarrollar la idea en base a cierto método. No así, en el caso de la mensajería instantánea/Chat, donde por ser sincrónica, hay que prestar atención a la ida y vuelta de los mensajes, todo un ejercicio de la neurona, que va en detrimento del uso del (escaso) factor tiempo.
Graficamente: hoy se cortó el servicio de Internet en la oficina, y raudamente varios interdependientes tuvimos que rajar en busca de (algún) acceso a ella, como para no sentirnos perdidos en la nada, desconectados de todo y solos en un aciago aislamiento.
Afortunadamente mi nuevo fono-móvil tiene el servicio de radio FM, y por ende no dependo de Internet para sintonizar mi radioemisora predilecta. Si hasta pude disfrutar del programa matutino radial de un modo mas pleno/intenso!
Volviendo a los golpeadores intempestivos, todas estas cuestiones, suelen redundar en conductas de no mirar hacia los costados, para leer correctamente el contexto, sino que mi norte/objetivo, ha de ser algo que se alcance a cualquier precio y sin medir consecuencias.
Craso error, porque en algún momento, esta cuestión egocentrista, habrá de evidenciarse y posiblemente surjan incompatibilidades de todo tipo. Más, estamos acostumbrados a no mirar a los costados, porque mi rumbo, es lo único que interesa.
Este es el heliocentrismo que mencionaba. Mezquino, peligroso, amenazante, distorsionador.
Algo así como correr con anteojeras.
Qué hace uno cuando corre una carrera, amén de ir lo mas rápido posible, mira el contexto, el camino, los contendientes. No vaya a ser cosa de tropezarme en el camino, o que otro me lleve puesto o viceversa.
Esta miopía luego se extiende a otros ámbitos de la vida, al lenguaje, al trato cotidiano, a la relación con los semejantes. Allí la cosa tiñe todo, y es un camino sin regreso a la incomprensión. Pero, no es tan casual. Martín Buber hablaba de las relaciones entre las personas como relaciones de pares, o de persona objeto. Esta categoría es la que toma el poder y las riendas en las relaciones donde priva la miopía. Peligrosas por cierto, que suelen derivar en la toxicidad, porque el involucrado cree tener la razón, estar en el rumbo correcto, etc.
Allí la comunicación, o los infinitos medios a disposición de ella, juegan en contra, y se pierde la razón, y peor aún, el afecto en las relaciones humanas.
Porque toda relación aún cuando sea laboral, necesita una cuota de afecto. Ni que hablar en el ámbito de la enseñanza. A esto se refiere claramente el Dr.Suzuki, un especialista en el arte del Zen. Dentro del marco del afecto, hasta las discusiones son encantadoras, o provechosas. En una relación de pareja, este sentimiento marca la diferencia, y es el oxígeno que permite dar respiro en medio de grandes diferencias.
Afecto presupone respeto, escuchar al otro, tenerlo en cuenta, registrarlo. Más, cuando el heliocentrismo nos invade, y no vemos mas allá de nuestras narices, la realidad se distorsiona. Y las puertas que creemos abrir, son paredes que se derriban.
Y si esto pertenece al ámbito de los afectos, recomponer las paredes de un corazón, no es tarea sencilla. No es lo mismo entrar a la casa de otra persona como un invitado, que hacerlo en calidad de intruso, utilizando los ingresos no previstos.
Sin embargo, en tiempos mediatizados, televisivos y plagados de alternativas tecnológicas, no dejamos lugar al uso de la palabra, la pregunta, el permiso.
Damos por sentado que se debe cumplir con lo que uno piensa, y si no es así, para que golpear la puerta: pateala o entra por la ventana.
¿Será este, otro lastre atribuible a la tecnología Windows?