El tiempo avanza. Frenéticamente.
Se nos viene la era nuclear?
Creo, la glaciar.
Aparecemos como mamuts, a medida que los críos van dejando el parvulario y nos hacen caer en la realidad que mas que una bicicleta con rueditas, están al borde de sacar el registro de conductor.
Pese a la pseudo-diatriba, no me quejo.
Creo la vida tiene ese don, de cambiar de ritmo. Y cuando parece que te va a pegar, te abraza, y cuando pinta besarte en la boca, te hace ole y te da un puntapié "amablemente doloroso". Leo Masliah lo resumía en 'La chusma': "orquesta a cambiar de repertorio, hay velorio en vez de fiesta"
Pero el crecimiento de los chicos, siempre es notable, y no es un funeral (pa' ná).
Uno de algún modo se ve reflejado en los hijos. Y cuando se aviva, suelen estar demasiado lejos.
Por eso es bueno repasarlos, y compartir amén del apurateparasalirdelbañoquemetengoqueiralaburar, algunos abrazos sentidos.
Porque recordamos cuando nacieron, el mar de preguntas que teníamos: cómo serán, a quién se parecerán, les gustará reir, que deporte les volará el marote, serán felices, etc.
Esto me viene un poco tarde. Dislates que llegan después de 17 años.
No caeré en el lugar común de afirmar que fué el día mas feliz de nuestras vidas.
Cada alumbramiento es milagroso, pero un laburo fatal.
La parturienta queda hecha pedazos, la criatura otro tanto, el padre no sabe que carajo hacer, o a quien consolar, pero debe atender a las visitas que llegan a conocer al nuevo integrante, y escuchar comentarios sobre parecidos de esa persona que tiene horas, con un tío bisabuelo a quien jamás conocimos, o vaticinios sobre el oficio/profesión que tendrá.
Ni que hablar cuando hay alguna complicación posparto.
Por eso si, cada cumple, es un buen motivo para reeditar la propuesta del Hétitor Larrea, con su ¡celebremos la vida!
Ande y como sea!
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