A nuestras espaldas, la vida huye como el curso de agua
batido por la hélice de un navío
la estela se pierde mas allá del horizonte.
¿Hay (aún) quienes viajen durante días, semanas y meses perdidos
en el mar?
Nuestra vida se nos escapa sin parar.
Y en esa madeja desenrrollada, ni siquiera un historiador,
un cronometrista del tiempo, se encuentra siempre a gusto.
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