En la antigüedad los enfermos iban al templo, esperando soñar con una diosa que los curara.
Se consideraba a los sueños como proféticos (bien ahí!).
Había sueños sexuales, angustiantes, agradables y terapéuticos.
Don Sigmund dio la misión de mostrar nuestros "residuos psíquicos", los deseos frustrados, o las pulsiones amorales, atribuyendo significados simbólicos a tal o cual imagen.
Según Jung, no se trataba de explicar los acontecimientos oníricos, sino de seguir viviéndolos (bravo por él!), repasándolos, a fin de ver dónde nos conducían, y descifrar que mensaje nos estaban dando.
Hervey de Saint Denis (Les rêves et les moyens de les diriger), postula que todos actuamos como víctimas de los sueños, como soñadores pasivos, creyendo que no podemos intervenir en ellos!
A menudo dentro del sueño, tenemos percepciones que estamos soñando, pero por cagazo-ignorancia, de inmediato rajamos y dejamos esta sensación para sumergirnos en el mundo onírico.
Saint Denis tiene su método para encaminar los sueños. Al menos para ahuyentar imágenes desagradables y favorecer las felices. Que no es poco.
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