Domingo invernal.
Escenario: misa mañanera, en la capilla de un barrio.
Escasa asistencia. Las bajas podrían ser efecto del porky-paroxismo.
Llega el momento del Padrenuestro, le ofrezco mi diestra a la vecina, quien me mira con cierta expresión vinagreta, rechazando la mano que le ofrezo para tomar la suya.
Sigue la celebración.
Viene el momento de darnos la paz.
Pasa por mi mente, un irrefrenable "Vieja de mierda". Pero aparece el angel conciliador, y me invita a estrecharle, no un beso, sino un simple apretón de manos.
Le dirijo la mirada, y pese al tono (aún) mas avinagrado, me avengo a acercarle la mano.
Su reacción no se hace esperar
- Auxilio: Me quiere contagiar!
Sale corriendo por la nave central hacia el altar, escudandose tras el curita, y me señala.
- Si Padre, ese barbicano, tosió, y ahora me quiere inocular el virus.
Se produce un interruptus, y todas las miradas convergen sobre mi persona.
Intento el truco de la desintegración molecular que me evapore del lugar, pero sin éxito.
Si, a Houdini le salía, pero no en vano era hijo de un rabino, yo soy un simple "goi".
Miro hacia la cruz, fingiendo un estado de elevación espiritual, que logra persuadir a los ofuscados parroquianos.
Mientras se forma la cola de la comunión, aprovecho a escabullirme, escondiéndome primero en un confesionario, para luego salir a hurtadillas. Pero, tengo 53 personas que me buscan ..
Veo una esfinge de la Virgen María, y me arrodillo a su lado, tomando en mi mano derecha un banquito de madera, fingiendo repararlo, cual carpintero judío, súbitamente devenido esfinge.
La inmensa mayoría va en mi búsqueda por el vecindario.
Algunos claman gritos de guerra sacros, otros que buscan aniquilar cualquier virus, y otros que despotrican contra los visitantes, que quieren propasarse con las damas de ocho (o más) décadas (mi "víctima" contaba con joviales 87 abriles).
Se dirigen hacia la calle, y organizan un rastrillaje para dar con mi persona (prometo no estornudar mas en ningún templo, sea católico, ortodoxo, o islamita), cual miembros del KKK.
Finalmente (dentro de la iglesia y frente a mi), pasa una madre junto a su hijo.
Este me mira, detectando mi ridícula posición de estatua cual San José, y pregunta a su madre:
- Y este quién es?
- Debe ser San José, el carpintero.
- Mas que carpintero, parece de madera ..
Se van ..Puedo rajar pa' las casas.
De ahora en mas saludaré con reverencias, al menos durante el próximo lustro.
No quiero ser la versión patagónica de Juana de Arco ..
Paroxismo? No, valgame Dios!
Cof, cof ..
No hay comentarios.:
Publicar un comentario